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UN FUTURO BRILLANTE

La lluvia repiquetea sobre un cristal que no está ahí, un eco extraño que protege los niveles inferiores del ácido que cae de la gran metrópolis que bloquea el sol.

En una de las plazas, una gran turba se aglomera frente a un edificio de frío metal gris, cubierto por grandes carteles electrónicos.  Los ojos de una cíborg, con la vista verdosa y repleta de interferencias, ven cómo la publicidad en las pantallas es sustituida por una insignia, una estrella de plata de cuatro puntas sobre fondo púrpura.

La estrella no tarda en marcharse y, en su lugar, aparece un hombre trajeado tras un atril, guardado por dos soldados con sendas armaduras de fibra de carbono negras. La voz del hombre retumba en la plaza:

 

—Es el inicio de una época brillante.

 

El puño izquierdo de la cíborg, una maltrecha proeza mecánica, se cierra con rabia. Sus ojos, brazo izquierdo y parte del torso fueron reclamados tiempo atrás por la maquinaria. Baja la vista, oculta por la capucha gris de una sudadera raída, ve las vallas que rodean el edificio, vigiladas por guardias sin identidad, solo una línea de luz roja en un caso hermético indica dónde dirigen la mirada.

 

—La humanidad ha prosperado más allá de sus límites.—El hombre en la pantalla levanta la mano y un holograma de la galaxia se despliega.—Gracias al sudor del pueblo nos hemos expandido por más de veinte sistemas estelares.—El holograma desaparece.—Guerras han sido libradas, la sangre de los nuestros se ha derramado.

 

El puño mecánico tiembla al apretarse más y más con cada palabra, y sus dientes se aprietan en una contenida expresión de rabia.

 

—Nadie sufre más estas pérdidas que el alto consejo.

 

La cíborg se da la vuelta, camina a contracorriente en el mar de cabezas que observan la retransmisión. Algunos vitorean, otros sufren en silencio, pero la mayoría solo escucha, sin ninguna emoción.

Escapa a una calle paralela, donde aún percibe un sinsentido de murmullos sobre progreso y sacrificio, un discurso que se niega a escuchar.

Mientras camina, se ve bañada por las luces rosadas de un local de mala muerte, ve a un desgraciado ser apaleado por un androide mercenario, ve gente con los brazos agujereados, ve partes mecánicas tiradas y vidas arrastrarse entre el humo industrial, una niebla asfixiante que gobierna los recovecos del mundo que ve por ojos que no son los suyos.

La cíborg se pregunta: “¿dónde está ese progreso del que habla?”.

Nada ha cambiado desde los tiempos oscuros de Terra Prime, pero ella se ha cansado de quedarse sentada en las sombras.

Gira por una esquina y llega a la entrada trasera del edificio en que se retransmite el discurso. Está vigilada por dos guardias, pero antes de que puedan pedirle que se detenga, un rayo de plasma surge de su mano robótica. El haz de luz los corta por la mitad. Ese arma es lo único que su sudor y sangre habían conseguido.

Tira la puerta abajo, camina por los pasillos y escaleras como el fantasma de la guerra oculta, escondida bajo el lujo de aquellos que viven entre las nubes en castillos de neón y acero.

Todo aquel que se cruza en su camino es aniquilado, y la cíborg no tarda en llegar a su destino: la sala que controla las pantallas.

Elimina a los soldados y apunta a los trabajadores con su brazo. Con un par de gestos bruscos pide que cambien la retransmisión.

 

En la plaza, el silencio llega de forma brusca, se hace absoluto cuando el discurso es sustituido por el rostro de la cíborg. El primer plano cerrado permite ver las cicatrices en su cara y la muerta mirada mecánica. Los guardias de la plaza dan la alarma y se dirigen en tropel al edificio.

La cyborg no dice palabra, dirige su mano robótica a uno de los ojos y lo arranca de su rostro. La conmoción se siente en el público y ella repite el proceso con el otro ojo.

Aun ciega sigue sin inmutarse; un vacío negro se puede observar en las cuencas que lloran lagrimas de goma y cobre. Solo dice unas pocas palabras:

 

—Aquí está el progreso.

 

Suenan disparos, las pantallas se apagan.

 

 

Natanael Cano.

One thought on “UN FUTURO BRILLANTE

  1. baej.38 dice:

    Qué pro se volvió el nata 😮

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